El 50% del parque de viviendas de España no está adaptado a los nuevos criterios de eficiencia energética, según datos del Instituto Nacional de Estadística. De acuerdo con otros estudios, el 20% de los españoles afirma que no puede mantener su hogar a la temperatura que desearía. ¿A qué conclusión podemos llegar? La crisis ha descubierto nuestras carencias a la hora de controlar el consumo energético y las necesidades reales de los españoles para disfrutar de una buena calidad de vida.
Estamos ante el crudo término de la pobreza energética, es decir, grupos de personas que debido a la falta de unos ingresos suficientes no pueden acometer los gastos de consumo deseables en sus hogares. Ante esta situación sólo podemos responder con medidas destinadas a la previsión del gasto.
No se trata de ajustar el consumo únicamente a nuestras necesidades, sino también a nuestros ingresos, y en ello la tecnología puede resultar de gran ayuda. Primero, si existe la posibilidad, debemos colocar la eficiencia energética como una de las prioridades a la hora de comprar una vivienda. Y si esto no es posible, es muy conveniente recurrir a los avances tecnológicos disponibles hoy en día.
Por ejemplo, instalar termostatos inteligentes, que hasta piensan por nosotros y nos proporcionan la manera más sencilla y efectiva de ahorrar. Porque no sólo adaptan el consumo a nuestras necesidades reales, sino que por medio de funciones como las gráficas de consumo, podemos conocer las inercias térmicas de nuestra casa de tal forma que podamos aprovechar el calor residual de nuestra casa, antes de salir de ella.
Ayudar a prevenir, o mitigar en la medida de lo posible la pobreza energética es un incentivo. Y muchas veces, la inversión para evitar gastos innecesarios en el futuro no es muy alta. Antes de encender la calefacción o conectar el aire acondicionado hay que pensar que todo esto se paga de nuestro bolsillo, y más aún, lo paga nuestro planeta.